(Una experiencia de vida que muestra cómo a través de la Pedagogía del Caos se puede romper con la creencia de que los responsables de achaques y enfermedades son los años)
Recién había cumplido 40 años y jugaba fútbol americano con mis estudiantes de grado 11 del colegio. Sus edades oscilaban entre 16 y 18 años y su peso y estatura en general me superaban. Tomé la pelota en carrera para hacer un gol y tres de ellos, del equipo contrario, chocaron contra mí produciendo un crujido en buena parte de mis huesos.
Recién había cumplido 40 años y jugaba fútbol americano con mis estudiantes de grado 11 del colegio. Sus edades oscilaban entre 16 y 18 años y su peso y estatura en general me superaban. Tomé la pelota en carrera para hacer un gol y tres de ellos, del equipo contrario, chocaron contra mí produciendo un crujido en buena parte de mis huesos.
-Ya no estoy para
estos trotes, pensé cuando los dolores se prolongaron por varios días; razón tienen los
abuelos cuando dicen: “los años NO vienen solos”; no debo seguir jugando con
jóvenes tan fuertes, debo empezar a cuidar mis huesos y músculos que ya deben
haber comenzado a deteriorarse.
Ese fue mi primer
encuentro triste con la edad pero sobretodo con la creencia de que el cuerpo
con los años se va desgastando.