(Una experiencia de vida que muestra cómo a través de la Pedagogía del Caos se puede romper con la creencia de que los responsables de achaques y enfermedades son los años)
Recién había cumplido 40 años y jugaba fútbol americano con mis estudiantes de grado 11 del colegio. Sus edades oscilaban entre 16 y 18 años y su peso y estatura en general me superaban. Tomé la pelota en carrera para hacer un gol y tres de ellos, del equipo contrario, chocaron contra mí produciendo un crujido en buena parte de mis huesos.
Recién había cumplido 40 años y jugaba fútbol americano con mis estudiantes de grado 11 del colegio. Sus edades oscilaban entre 16 y 18 años y su peso y estatura en general me superaban. Tomé la pelota en carrera para hacer un gol y tres de ellos, del equipo contrario, chocaron contra mí produciendo un crujido en buena parte de mis huesos.
-Ya no estoy para
estos trotes, pensé cuando los dolores se prolongaron por varios días; razón tienen los
abuelos cuando dicen: “los años NO vienen solos”; no debo seguir jugando con
jóvenes tan fuertes, debo empezar a cuidar mis huesos y músculos que ya deben
haber comenzado a deteriorarse.
Ese fue mi primer
encuentro triste con la edad pero sobretodo con la creencia de que el cuerpo
con los años se va desgastando.
Cuando llegué a
los 50 años me sentía deteriorado no solo físicamente sino también en lo
sicológico, lo emocional; lo que hacía no estaba resultando y no atribuía el
fracaso a que las cosas en sí no funcionaban sino a mi edad, pues por ser
docente ya estaba a punto de pensión. Empecé a andar más despacio a no subir
escaleras porque al poner la parte delantera del pie sentía que se me iba a
desencajar, dejé de voltear toda la cabeza al mirar hacia atrás porque mi nuca
estaba como pegada de mi espalda no subía mucho los brazos porque sentía que me
iba a desgarrar, no estaba mucho tiempo de pie no hacía ningún movimiento
brusco, no trotaba, incluso pensé meter un asiento en la ducha para bañarme
sentado porque según decían, con la edad los huesos se ponen como cáscara de
huevo y si me caía podían romperse.
Pero debido quizá
a esa quietud que me impuse, empecé a declinar, a sentir fatiga permanente y no
era consciente de que era yo mismo el que me estaba matando: estaba acumulando
toxinas en mis articulaciones y colesterol en una de mis arterias coronarias y
un día tuve un infarto agudo del miocardio; cuando entré a la sala de cirugía
tenía el deseo de morir, tanto que al salir de allí con vida me sentí triste.
Sin embargo las
reflexiones y lecturas que vinieron tras el infarto y la ayuda de algunos
amigos y amigas me hicieron recobrar el deseo de vivir y de saber cómo podrían
transcurrir los siguientes años de mi vida; probablemente toda esa visión
morbosa que tenía de la edad estaba equivocada.
Un día desperté
con dolores en todo mi cuerpo y sentí que debía tomar una decisión: Debía
desobedecer a la creencia de que eran los años los que trían consigo todos los
achaques;
-LOS AÑOS SÍ
VIENEN SOLOS, me dije- y empecé a trotar, a hacer ejercicios que comprometían
todo mi cuerpo, a subir y bajar escaleras a levantar las rodillas para lavarme
los pies… al principio era como si yo fuera una mente y mi cuerpo un esclavo al
que sometía a esfuerzos increíbles con peligro de destruirlo, pero poco a poco
fui comprendiendo, auxiliado por mi práctica y mis lecturas, que yo era una
unidad humana que realizaba actividades auto constructivas, Autoreguladoras y
autorenovadoras; era como si no me pasaran los años y al retomar la visión de
la sabiduría ancestral, empecé a fluir, a poner en circulación la energía que
existía dentro y fuera de mi cuerpo pero también la materia que se metabolizaba
y toda la información que no era sólo genética, pues de pronto me di cuenta que
los genes no me gobernaban que sencillamente hacían parte de un todo que yo
podía armonizar.
Ahora cuando
respiro sintiéndome lleno de vitalidad pienso que tanto mi organismo como mi
espíritu mi mente y todo lo que misteriosamente me compone “somos” uno, somos
un campo relacional que intercambia
materia energía información y a través de ese mecanismo se auto produce, se
auto organiza, se auto renueva y es difícil que se deteriore porque todo
evoluciona en un cierto caos pero un caos productivo
ANÁLISIS DE “LOS AÑOS SÍ VIENEN SOLOS” DESDE LAS HERRAMIENTAS DE LA
PEDAGOGÍA DEL CAOS:
AUTOCONSISTENCIA: Todo el ser participa en la decisión de desobedecer a
la ley de la vejez y quizá por eso todo el ser adopta una conciencia permanente
de autorenovación.
AUTOORGANIZACIÓN: Hay claridad en que todo en el ser se autoorganiza,
tanto los órganos físicos que se renuevan permanentemente a través de sus
propios procesos de autopoiesis como el componente intangible del ser que se
realimenta también con lo físico.
AUTOPOIESIS: Hay la convicción de que el ser total (no solo el
organismo) se está autoproduciendo permanentemente.
BORROSIDAD: Se borran los años. Ya la edad no es lo importante sino el
estado en el que se considera el ser y el ser se considera en construcción permanente
como lo es un niño o un joven.
CAMPO RELACIONAL: Al lograr unificar todo el ser se forma un campo
relacional incluso con lo que lo rodea y es ese campo
relacional el que va
produciendo esa formidable sensación de vigor y felicidad.
CONFIGURACIÓN: Al tomar la decisión y hacer la proclama: Los años SÍ
vienen solos, se configura una imagen de armonía, de sosiego sin deterioro
posible.
DESORDENAMIENTO: La decisión de desobedecer a la ley general de la
vejez, del deterioro con los años, es un acto
sublime de desordenamiento pues a partir de allí se desencadenan una
serie de acciones que efectivamente empiezan a romper en la práctica con todas
las secuelas que traía esa ley.
DINAMIZACIÓN: Aunque aquí no hay un equipo de apoyo sí se puede
considerar una especie de dispositivo al interior del ser que actúa como
dinamizador del proceso, llámese a esto energías, memoria ancestral, seres
acompañantes… pero además existe un círculo de amigos que con su reconocimiento
y aliento animan a continuar la experiencia.
FLUJICIDAD: La vejez mal entendida es el detenimiento de todo, lo cual
conduce a la muerte. Pero si se logran desbloquear o mantener abiertos los
canales que permiten la circulación de información en todo el ser y de este con
el medio, es probable que se continúen renovando todos los procesos del ser e
incluso que se revierta la cuota de envejecimiento.
GENERADORES: En esta experiencia un gran generador fue el infarto, pero
también los dolores y en lo positivo, los amigos y amigas, las lecturas…
INCERTIDUMBRE: A pesar de que las lecturas de sistemas y experiencias
que rompen el mito de la vejez fueron consultadas, es bien difícil creer que lo
que se hace para romper el mito de la vejez sea lo adecuado. Permanentemente se
están corriendo muchos riesgos porque el proceso es muy incierto, no se sabe
qué vaya a ocurrir. Sin embargo, al
derivar en estado de alerta se está atendiendo a todas las señales del ser
(órganos y miembros del cuerpo, signos vitales, señales emocionales, mentales,
espirituales…) y todas ellas van trazando un camino.
INTERCAMBIO MEI: Al desbloquear los canales de energía, alimentarse
sanamente y transferir la información adecuada todo el ser va entrando en una
armonía que dinamiza los ciclos de realimentación y de renovación.
ONDULACIONES: Todos los elementos que han ido apareciendo a través de
esta experiencia se han ido organizando en 6 ondulaciones:
1.
el cuerpo se renueva permanentemente
siempre esta joven se auto recupera Se auto repara no es una máquina a reparar
2.
Para que el cuerpo se renueve y se mantenga
joven hay que ayudarle con estiramiento, uso, alimento sano, ejercicio.
3.
el cuerpo bien mantenido produce todo
lo que necesita
4.
la enfermedad es un bloqueo, un mal
funcionamiento por mal manejo o por fallos de programación aún en casos de
enfermedades de herencia
5.
la vejez es el período en que creemos
que hay que ir deteniendo los procesos naturales y dejamos de realimentar el
cuerpo: sin ejercicio estiramiento, sin uso, sin enfrentar lo nuevo, sin
renovar energías.
REALIMENTACIÓN: La enfermedad de la vejez quizá consiste en detener los
procesos de realimentación. Es decir, el organismo (y todo el ser) se sigue
alimentando pero la cadena de reacciones y retroacciones que existe de manera
natural en el ser llega el momento en que POR DECISIÓN DE UNO MISMO se va
deteniendo. Es allí donde empieza el declive y esto puede ocurrir a cualquier
edad.
REGULADORES: Aunque en la experiencia se presenta la decisión y la
acción de manera abrupta (comenzar a hacer ejercicio de manera inmediata),
cuando el ser va entrando en armonía, él mismo decide lo que le conviene y no
va más allá de lo que necesita. Lo que hay qué pensar es hasta donde se puede
dejar imponer uno el límite por un supuesto dolor, un consejo, una
reflexión.
RELATIVIDAD: No es lo mismo una señora de 70 años que una anciana de 70
años. La sola expresión “anciana” determina la imaginación. Así que no es lo
mismo sentirse uno viejo y deteriorado a sentirse joven y animado.
REORDENANTES: En la experiencia no se detallan los resultados que van
apareciendo a medida que se avanza, pero la impresión de los amigos lo dice
todo: “Te estás tiñendo el cabello?” “Los años no te pasan” “Eres come años”
RESONANCIA: Es difícil por no decir imposible afrontar una experiencia
como esta sin la ayuda de algo que entendemos como trascendental, sin el
misterio profundo que yace en cada uno de nosotros, sin recurrir a la sabiduría
y la memoria ancestral.
Que bella reflexiòn mi profe Jose Vicente...las palabras regeneran y son vida
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