19 de septiembre de 2014

Una nave espacial en mi apartamento

(Un grupo de jóvenes y dos adultos emprenden la que puede ser su última aventura en esta vida: construyen, a través de la Pedagogía del Caos y la Creáthica una nave para trasladarse a otra dimensión)

-Estos CDs sí los llevo,

Dijo David antes de pasar por la zona de descontaminación; luego pasaron sus otros compañeros y Olga, la novia de Chano, quien se había sumado recientemente a  esa aventurada experiencia. Cada uno denunciaba lo que iba a llevar dentro de la nave después de haber hecho una rigurosa selección de lo más importante en sus vidas, pues el viaje podía no tener regreso.

Habíamos desarrollado una serie de procesos que probablemente sin saberlo nos estaban preparando para aquel momento, pero nunca pensamos que todo iba a derivar en aquella situación. Vivimos los siete unas semanas en una especie de cambuche de 6 mts cuadrados encerrados por un material plástico con una salida o entrada a manera de túnel que nos proveía del aire suficiente. 
Estuvimos unos días en medio del gran basural que habíamos derramado en la sala del apartamento moviéndonos en cámara lenta para no aplastar o no hacernos daño con los objetos delicados que allí estaban mezclados con ropa, utensilios de cocina, cuadros, y mil cosas más; habíamos hecho todo tipo de experiencias de dsordenamiento con la esperanza de que a través de ellas encontraríamos la vía para una verdadera creatividad, y fue precisamente en una de esas actividades cuando Mario exclamó:

-Ya se; construyamos una nave.

-Si! puede ser como los micromundos que construimos para los sueños de Candelaria”  agregó Chano.

Los micromundos eran unas instalaciones a manera de carpas que el Grupo había montado en parques de La Candelaria y que producían un efecto bastante extraño a la gente que pasaba por ellos.

-¿Qué hiciste adentro? Preguntaba uno de los guías a la persona que salía.

-Atravesé un laberinto. Respondía.

Pero quedaba aterrado cuando al mirar hacia adentro veía que el espacio estaba completamente vacío. Toda la sensación de un intrincado laberinto se había logrado simplemente con dos pequeñas telas que se iban trasladando a medida que la persona las tocaba para orientarse.   

Ya habíamos experimentado muchas cosas que eran solo simulación o engaño ahora queríamos avanzar hacia algo más atrevido: tocar o  incluso atravesar el umbral hacia otras realidades de las que habíamos hablado. No queríamos seguir hablando de posibilidades de romper las leyes de la física o de viajes en el tiempo, queríamos hacerlo de veras y pensábamos que era posible lograrlo. Por eso la propuesta de Mario sonó oportuna y nos dimos a la tarea de diseñar la nave. No sería cualquier nave; sería una nave dimensional, una nave que hiciera parte de nosotros y que al teletransportarse nos llevara consigo.

Cuando todo el equipo estuvo dentro de la nave, nos quedamos en la incertidumbre, sin saber qué hacer. Por supuesto que nosotros la habíamos construido, habíamos utilizado largos y fuertes tubos de cartón de hasta  tres metros de largo, que habíamos recogido de almacenes de telas, para darle soporte a todo el andamiaje, esto, luego de demostrar que un simple pedazo de papel adquiere propiedad de soporte cuando se le da una forma creativa. Habíamos fijado pasadisos con los más variados materiales, habíamos diseñado un sistema de iluminación que debería funcionar con nuestra propia energía… Pero si bien todo eso se veía ordinario cuando lo estábamos construyendo, ahora que lo apreciábamos con nuestros trajes “dimensionales” y nuestra decisión de vivir allí hasta el momento del despegue, a todos se nos hizo una maravilla.

-Qué ocurrió aquí? Quién vino a terminar esto?

Preguntó Ludy pensando que la noche anterior habíamos trabajado en ello. Pero nadie tenía la respuesta. Quizá la nave terminó de construirse sola, o la energía que nos envolvía en ese momento nos hacía verla de otra manera.

Pasado el asombro comenzamos a vivir la experiencia de la espera ansiosa, realizando las más variadas e impredecibles actividades. Todo era posible, pero la única condición era que no se hiciera nada de lo que normalmente hacíamos en la vida cotidiana, así que empezaron a aparecer nuevas formas de comunicarnos, de desplazarnos, de alimentarnos, de hacer nuestras necesidades. Un propósito más o menos claro era que cada acción tuviera la participación de todo lo que existía al interior de la nave, así por ejemplo cuando descubrimos una pequeña cucaracha la adoptamos como compañera para el viaje y empezamos a comportarnos como si fuéramos de su especie.

-Ya sé lo que está pensando Marianela, dijo un día Mario refiriéndose a ella. Marianela se quedó quieta, apuntando a Mario con sus dos antenas mientras todos los demás quedamos perplejos.

También alimentamos pulgas y estudiamos y grabamos su comportamiento durante todo el proceso de la picada. Pero como se reproducían tan rápido llegó el momento en que no soportamos sus picadas y las invitamos a salir de la nave y se fueron.

Poco a poco nos fuimos fundiendo con la nave sabiendo que si cada uno de nosotros se diluía, la nave también lo haría y al compenetrarnos enprenderíamos el viaje probablemente sin desplazarnos; sería un traslado directo a otra dimensión.

Pero no había señales de viaje y Camilo fue el primero en desertar. Luego cuando Chano y Olga manifestaron también su deseo de partir vimos la necesidad de abortar el experimento. Pero no podíamos simplemente dar por concluída nuestra tarea y regresar a la normalidad con la sensación de fracaso. Entonces fue David quien haciendo uso de su dosis de positivismo permanente propuso:

-Llegamos muchachos! ya llegamos a nuestro nuevo destino. Ahora que descendamos van a ver, hay otra nueva realidad.

Yo sentía que David lo decía por animarnos, pero como siempre a lo largo de estas experiencias, buscaba aprovechar cada nueva situación para ponerla de parte del proceso y por eso dije:

-David tiene razón, Ahora que salgamos vamos a encontrar un mundo distinto. Puede que inicialmente se parezca al que dejamos pero si lo miramos con otros ojos seguro que finalmente veremos que es otro. Por favor no se dejen engañar; Las personas que están afuera no son su familia ni sus amigos aunque lo parezcan, las calles, las casas y parques no son los de la Candelaria. Hemos llegado a un nuevo lugar…

-Lugar de estancia, dijo Johnny en una de sus acostumbradas y cortas sentencias.

Y así fue como empezó un nuevo ciclo: El descubrimiento de la nueva realidad de la Candelaria en el Centro de Bogotá pero ese será el tema de otra experiencia de Pedagogía del Caos.

(En el video: "Pedagogía del Caos 1" minuto 1:50 en adelante aparece la filmación en vivo de algunas de las situaciones que aquí se narran y un fragmento en: Pedagogía del caos, transbordador espacial).

Si le interesa el tema puede hallar otras experiencias en: Serie pedagogía del Caos 

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