13 de noviembre de 2012

La llama misteriosa


De la serie: Pedagogía del Caos.

(Esta experiencia hace parte del artículo: Una Escuela Generadora, a pesar de la Escuela. Publicado en la Revista Educación y Cultura # 20) (Se narra un pequeño experimento de ciencias utilizando la Pedagogía del Caos).

Daniel, un niño muy "brillante" que estudiaba en otro colegio, llegó emocionado una tarde, a hacer un experimento delante de su hermano y de algunos niños del grupo. Tomó dos velas prendidas y frotó los pabilos. Los demás le preguntaban:

-¿Para qué hace eso? —No sé, pero el profesor lo hacía".

Luego apagó una, y levantó la otra inclinándola sobre ésta, pero a cierta distancia, y la llama en vez de alejarse bajó en picada y encendió el pabilo apagado. Los niños no dijeron ¡oh, qué sorpresa!, sino que se dieron a la tarea de investigar, de tratar de explicarse el proceso, cada uno con dos pedazos de vela en sus manos. Cuando descubrieron que la llama pasaba a través del humo, comencé a crear problemas. Dije:

-¡No!, es el aire circundante que se calienta el que reproduce la llama. Daniel se puso molesto, e insistía en que la otra explicación era la verdadera, porque la había dado su profesor.
Argumenté:

-Yo también soy profesor, ¿por qué no me crees a mí? El dio una serie de explicaciones bastante ilustradas, pero no logró convencer a los demás, porque probablemente no nacían del experimento mismo.


Terminó por retirarse, aburrido. Hasta allí llegaba su participación (su esquema). Los demás seguían dedicados con pasión a probar una y otra vez y en diferentes sitios y condiciones, a ver qué pasaba. Había dos teorías propuestas, y probablemente más. Su búsqueda parecía cosa de vida o muerte. Pasaron más o menos dos horas de concentración casi clínica, y por fin Rodrigo exclamó:

-¡Ya sé, Vicente está equivocado! Si paso las velas rápidamente a este lugar, el aire aquí no alcanza a calentarse y sin embargo la vela se prende.

¿No cree usted que así la tarea del conocimiento es más ardua?, ¿por qué los niños la asumen con tesón? He visto a algunos muchachos dedicar horas enteras a resolver algo, y aunque cualquiera pensaría que se desespera y desiste cuando vienen a mí y le presento una nueva dimensión del problema, eso no sucede. Al trabajar así, parece que se produce una relación tan consistente entre la búsqueda, el medio, los elementos, los conocimientos, las personas, que todo se vuelve una sola entidad afectiva bien difícil de romper.

No necesitamos entonces aprender el último invento de la dinámica de grupos, técnicas motivacionales sofisticadas y ni siquiera usar el arte como simple recurso de entretenimiento o de envoltura formal.

El verdadero arte está en vivir cada proceso por simple que parezca como una verdadera aventura.

Así no he tenido mucho problema en trabajar al mismo tiempo con cuarenta y dos niños, mientras todos abordan un problema en diferente forma. ¿O acaso en una sinfonía todos los músicos tocan instrumentos y melodías iguales?[1].

Estoy convencido de que en cualquier clase, en cualquier área, con instrumentos sencillos del medio, o producidos por los niños (sean palabras, objetos, sonidos, colores, números o situaciones), se puede armar una obra gratificante para todos, no solo en su resultado sino también en su proceso.

Si desea conocer otras experiencias de Pedagogía del caos, visite la SeriePedagogía del Caos.



[1] En nuestras clases de música experimental, cada niño trata de crear en su instrumento una melodía o ritmo propios, que pueden terminar ensamblándose en el grupo.

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