20 de diciembre de 2012

UN LOCO SUELTO: La fecundidad del Caos en una multinacional brasilera



(Se habla del estilo Caos de organización que Ricardo Semler ha desarrollado en el Grupo Semco, la más grande compañía manufacturera marina y de maquinaria procesadora de alimentos del Brasil)



Con 21 años Ricardo Semler le dijo a su padre que o le dejaba la empresa familiar en sus manos, o no quería saber más nada de ella. En su primer día como CEO (Chief Exectuve Officer) despidió al 60% de los directivos.

Esta es la historia de Semco, una empresa sorprendente, que ha pasado de facturar 4 millones de dólares (en 1981, cuando Semler cogió las riendas) a facturar 212 millones de dólares en el año 2003. En los últimos catorce años, Semco ha crecido un 27.5% anual. En el año 2005, Semler sufrió una accidente de tráfico y debatiéndose entre la vida y la muerte no pudo asistir durante una larga temporada al trabajo: no pasó nada. Su compañía siguió firmando contratos y creciendo durante esa temporada.

¿Cuál es el secreto? El secreto es que cuando tenía 25 años, el corazón de Semler empezó a fallar, o eso pensaba él. No fallaba, sencillamente sufría de estrés y el médico le advirtió que si no cambiaba su forma de vida, no le duraría mucho. Hacía falta reestructurar su vida, y su vida era su empresa: hacía falta reestructurar la empresa.

Semco dejaría de trabajar bajo una estructura piramidal, y empezarían a crearse grupos de trabajo autónomos. Los obreros saben mejor que los directivos como hacer su trabajo, ellos mismos se organizarían. Ellos eligirían sus horarios, cuantas horas hacer, cuales debían ser los objetivos, los procedimientos. Los obreros acabaron eligiendo el color de sus monos de trabajo y el color con el que pintar la fábrica. Este modelo fue pasado a las oficinas, se crearon grupos de trabajo independientes que no debían llamar a nadie en caso de duda. Se derribaron los muros de los despachos, se eliminaron a las secretarias ofreciéndoles formación y otros empleos (algunas de ellas llegaron a ser jefas de secciones). Si un directivo quería decirle algo a marketing, tenía que ir él mismo a marketing. Si un directivo quería hacer... 

fotocopias, tenía que hacerlas por si mismo.

Los cambios funcionaron muy bien. ¿Así que por qué no llevarlos más allá? Se decidió que los trabajadores deberían rotar sus puestos cada cierto tiempo, adquiriendo experiencia en todos los puestos y eligiendo ellos mismos en qué sectores se sentían más a gusto. Y entonces pensaron: si ellos saben muy bien cómo trabajar, ellos deben saber cuanto quieren cobrar. Y así fue, se les preguntó cuanto deseaban cobrar y se les concedió. Se aprobó un plan según el cual si la empresa sufría pérdidas los trabajadores ganarían menos, y si la empresa iba bien, ganarían más.

“¿Muere de ganas de dormir una siesta? Aquí, las pausas para recuperar la energía son oficiales“, propone el líder de Semco Brasil.

 “En este tiempo hemos visto el grado de satisfacción de las personas que trabajan en este nuevo sistema, distinto a lo que sucede en la mayoría de las grandes empresas. El resultado es que en los ocho negocios que hoy manejamos somos número uno. Nuestros competidores son las grandes multinacionales, pero es muy raro que alguien quiera salir de la empresa o sentirse seducido para retirarse. Esto demuestra lo gratificante que es trabajar con un sistema libre”, opina quién se ha vuelto un gurú en el mundo del management”.

“Lo que hace Semco, afirmó, es prescindir del autoritarismo ciego e irracional que mengua la productividad” y aseguró que se sentía encantado de que sus empleados fueran capaces de gobernarse y de valerse por sí mismos. “Significa que se preocupan por sus puestos de trabajo y por su empresa, y eso es bueno para todos“.

Semler reconoce que los constantes cuestionamientos que lo llevaron a implementar todos estos cambios en la empresa que heredó de su padre fueron:

 ¿Porqué mis empleados deben sentirse comprometidos a leer sus emails el Domingo a la mañana, pero no pueden ir al cine el lunes por la tarde?

 ¿Porqué ellos pueden llevarse trabajo a sus casas, pero no pueden traer a sus chicos a la oficina?

¿Por qué tiene que perder tantas horas yendo y viniendo, detenidos por el tráfico, si muchos trabajos los podrían hacer desde su casa?

¿Qué sentido tiene que un empleado venga a trabajar a mi oficina si, verdaderamente, no tiene ganas de hacerlo?

“Una de mis primeras actuaciones cuando tomé el control de Semco –Afirma Semler-  fue abolir las normas, manuales, reglas y regulaciones. Todos saben que no se puede dirigir una gran organización sin regulaciones, pero todos saben también que la mayoría de ellas son una farsa. Rara vez resuelven los problemas. Por el contrario, usualmente hay algún rincón oscuro del libro de normas que justifica la peor bobada en la que se puede pensar. El sentido común es una táctica más riesgosa porque exige responsabilidad personal.

También es cierto que el sentido común requiere sólo un toque de desobediencia civil cada vez que alguien llama la atención sobra algo que no funciona. Tuvimos que liberar a los Thoreaus y los Tom Paines Zen en la fábrica y convenir con el hecho de que la desobediencia civil no era un signo temprano de revolución sino una indicación clara de que había sentido común en el trabajo. Entonces, reemplazamos todas las regulaciones tontas por la regla del sentido común y colocamos a nuestros empleados en la exigente posición de utilizar su propio juicio.

Suprimimos las investigaciones por seguridad, los candados de la bodega, y las auditorías de las cuentas de caja menor de los empleados veteranos. No es que no iniciaríamos un juicio penal por una violación a nuestra confianza. Sólo que rehusamos humillar al 97% de los trabajadores por un ladrón ocasional o un desfalcador de centavos.

Fomentamos - prácticamente insistimos- en la rotación de puestos cada dos a cinco años para evitar la aburrición.

Del lado más experimental, tenemos un programa para personas que reciben adiestramiento a nivel de ingreso llamado “Perdidos en el Espacio” por medio del cual enganchamos un par de personas cada año que no tienen descripción de cargo alguna. Los cuida un “padrino” y durante un año pueden hacer lo que quieran, mientras intenten al menos 12 áreas o unidades diferentes.

Por la misma lógica que rige nuestros otros programas para empleados, hemos eliminado también los relojes. Los empleados van y vienen de acuerdo con sus propios horarios - aún en el piso de la fábrica. Admito que esta es una idea difícil de tragar; la mayoría de fabricantes no están todavía listos para la flexibilidad en el piso de la fábrica.

De modo que no contamos con sistemas o funciones de personal o analistas ni nada como eso. Lo que tenemos es gente que o vende o fabrica, y no hay nada intermedio. ¿Existe un departamento de mercadeo? Nunca en la vida. El mercadeo es problema de todos. Todos saben el precio del producto. Todos conocen el costo. Todos tienen la hoja de balance mensual que dice exactamente lo que cada uno fabrica, cuánto dinero nos cuesta, cuánto sobretiempo se pagó, todo. Y los empleados saben que el 23% de la utilidad luego de impuestos les pertenece.

(Si desea conocer otras experiencias de Pedagogía del Caos, visite: Serie Pedagogía del caos)

No hay comentarios:

Publicar un comentario